martes, octubre 23, 2007

como de un blanco roto

hacía como 18 años que no volvía por allí. no me sorprendió que todo estuviera como lo habíamos dejado. al entrar sentí el mismo escalofrío que siente un aficionado al fútbol cuando visita por primera el templo de su equipo. las paredes seguían teniendo el mismo color, como de un blanco roto. el ladrillo, caravista, dejaba entrever la suciedad acumulada a lo largo de los años. creo que nadie se ha dignado a limpiar esos huecos en todo este tiempo. el crujir de la madera cuando todos nos sentamos me recordó las mil y una veces que tuvimos que aguantar la risa para que javier no nos pegara la bronca. ya no estaban martín a la guitarra, ni puri cantando. ya no estaba javier. creo que ahora está en áfrica. no estaba sagrario y sus bragas, ni ninguno de los de antes. me extrañó ver que el pirograbado seguía en el mismo sitio. colgado de dos alambres que no podían ser más finos. ya por aquellos años temíamos que se cayera encima de alguien. los pinos si que huelen igual, que tontería verdad? a que va oler un pino?. ahora lo pienso friamente y no entiendo como eramos capaces de dejarnos engañar de aquella manera. éramos más débiles, más sumisos, más ignorantes. y pese a ello no puedo dejar de rescatarlo como un bonito recuerdo.

la única diferencia notable, es que en la entrada hay un cartel que dicta "apaga el móvil, para hablar con dios no te hace falta". claro, hace 18 años no había móviles.

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