domingo, junio 25, 2006

un recuerdo de javi molina. primera parte.

exactamente no soy capaz de recordar que año ni que fecha era. me parece que sucedió en verano. lo digo por el calor que hacía. claro que recordando lo mal que lo pasé, a lo mejor hasta resulta que era otoño. también caían hojas, o eran insectos?
de todos es sabido que javi molina, más conocido como "jodevidas molina" , ha sido siempre un gran deportista. salía a correr por el parque abelardo sánchez, cogía la bici de carreras y se hacía millones de kilómetros, etc... pues un buen día, creo que de verano, nuestra amiga inma, orihunda de villanueva de la jara (cuenca), nos invitó a hacerle una visita a su humilde comarca, la misma a la que ya habíamos asistido en contadas ocasiones para celebrar algún que otro concierto. al molina, se le ocurrió la idea de ir en bici, creo que el pueblo está a unos 59 kilométros más o menos. a mí que por aquel entonces era hombre de aventuras, me atrajo la idea, pero decidimos desconozco la razón, desviar nuestra ruta por mahora, en lugar de por la gineta, aumentando el recorrido del trayecto en 67,5 kilómetros, por cierto para un servidor, de jodido sufrimiento.
una vez aceptada la propuesta, javi optó por dejarme una bici de las suyas al apreciar el estado lamentable de la mía. hay que decir que siempre adoré esa california x3. así, una vez revisado todo el material nos pusimos en marcha. yo le había repetido unas cuantas veces que hacía mil años que no montaba en bici, algo que él ya había deducido al observar mi x3 más oxidada que un barco hundido. y es por ello que quedamos en que no se separaría de mí a lo largo del viaje. que tío más listo apodó a este señor "jodevidas".
todo empezó bien, íbamos juntos y paramos en quintanar del rey a tomar una coca-cola. llevábamos muchos kilómetros y de momento mi cuerpo aguantaba. infeliz. al mismo salir de quintantar, javi, al que se le apreciaba la desesperación por ir más despacio, decidió en un alarde de "poca compansión", o como él lo llamó "de despiste", tirar más fuerte, tanto que a mí me parecía "la espada" subiendo el tourmalet. como me resultó imposible seguirle, no me quedó más aliento que intentar tal odisea yo solo. solo, lo que se dice solo no fuí, ya que cuando creía que nada más podría pasarme, cuando pensaba en que no volvería nunca más a sentarme en ningún sitio, fue entonces cuando aparecieron ellas.

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